jueves, 12 de septiembre de 2013

Mariposas de la noche, de José Ramón Barbón

Compartimos este cuento de el escritor cubano José Ramón Barbon que acaba de editar su última novela "La eternidad". Este escritor vive en La Habana y en el próximo número de la Revista Antípoda estaremos publicando una entrevista que le hicimos al respecto de su nueva novela. La fecha estimada para la salida de nuestra revista es el 16 de septiembre.

MARIPOSAS DE LA NOCHE

Las luces del carro perforan la oscuridad, mientras avanza por la Vía Blanca. Allá en la lejanía tres figuras se destacan, hacen señas al chofer y lo instan a parar. Este observa, distingue a tres jóvenes con provocativos vestuarios. El auto pasa cerca de ellas, la pequeña que va en el asiento trasero, pregunta con ingenuidad:
_ ¿Quiénes son mamá?
_ Mariposas de la noche, mi niña.

En la autopista, las mujeres manifiestan su decepción. La noche transcurre y no cae ningún punto. La desesperación les angustia, llevan más de tres horas en el lugar y la suerte no las acompaña. Un automóvil disminuye velocidad y se detiene. Se aproximan al auto y entablan conversación con los ocupantes:
_ ¿Qué, en la lucha? _dice uno de ellos.
_ ¡No!, nos gusta coger sereno _responde con ironía, Lucia.
Una de las puertas es abierta, la luz interna del vehículo se enciende lo que les permite ver el interior –asientos tapizados con costoso cuero, forro de damasco, aire acondicionado--. La reproductora de DVD ofrece su música y en la pequeña pantalla, un grupo de raperos hacen de las suyas. La tensión desaparece, la sonrisa aflora a los labios.
_ ¿Quieren pasar un buen rato? _dice Dayana, mientras sus abultados pechos rozan la cara de uno de los hombres.
_ ¿Que ofrecen?
_ Lo que estén dispuesto a pagar.
 Después del regateo queda fijado el precio, serán cien pesos para cada una. Entran al Lada, el que parte velozmente hacia la localidad de Guanabo. Una casa alquilada los espera y en esta, todo lo necesario para una noche de placer.
Al llegar el que viaja al lado del conductor baja, abre la entrada principal, manipula la puerta del garaje y el auto entra. Cierra el portón y acceden a la vivienda. Ya en el interior del inmueble, el lujo las deslumbra.
_ ¡Coñó!, estas gentes están forrados en pesos _manifiesta Lucia, sin poder aguantarse.
Loli, más conservadora, le indica con un gesto que se calle.
La fiesta se inicia, no sin antes darles lo acordado. Las bebidas aparecen, la ropa sobra. Las mujeres se sienten en franca ventaja, pues dos mortales no son nada para ellas. Cuando creen tener asegurada la victoria, surgen tres sujetos y proporcionan el refuerzo necesario. Las acciones suben de tono y ante las protestas, aumenta la suma de dinero.
Gozan y para acrecentar el placer, llegan las pastillas. Aquello parece el cuento del nunca acabar. Están agotadas, tienen el sexo adolorido. Tratan de que termine la orgía, pero ellos no se sienten satisfechos. Previamente han mezclado las bebidas, para lograr someterlas a la obediencia. Sólo Lucia, que desde el principio se niega a tomar, tiene la claridad necesaria para ver lo que se avecina. Trata de oponerse y dar por terminada aquella locura. Dos de los individuos la sujetan, un tercero le introduce un pañuelo en la boca. La tiran sobre la cama y comienzan a violarla. Están tan excitados que no notan, como a la muchacha le falta la respiración.
Sentadas en un sofá, las amigas con miradas extraviadas ven lo que ocurre sin saber qué hacer.  Principia el amanecer, la luz pugna por disipar la oscuridad.


En otra casa no muy lejos de allí, la pequeña despierta ante la presencia del ansiado sol y la promesa de sus padres de llevarla a bañarse en la playa.  Cuando se levanta, dirige su mirada a la ventana cubierta por una tela metálica; desde ella, se divisa en el horizonte el nacimiento del nuevo día. Tres mariposas nocturnas yacen inmóviles en el alféizar de la ventana, como si la fuga de la noche, hubiera puesto fin a sus vidas. 

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