sábado, 17 de agosto de 2013

Consejos para escritores jóvenes 2° parte

Después de la nota publicada con los 12 consejos para escritores jóvenes de Ray Bradbury, dejaremos ahora algunos aspectos básicos para tener en cuenta a la hora de comenzar a escribir una obra literaria.

En primer lugar es importante leer otros autores: ser un devorador persistente de buena literatura. Nadie aprende a escribir, escribiendo. Sólo leyendo otros textos ajenos estamos poniendo de relieve nuestro interés por adquirir conocimientos y ejercicios que nos permitan abordar el armado de un texto que tenga valor literario. 


Por otro lado, nunca se conformen con la primera versión del texto, ni la publiquen. En tal sentido, es necesario entender que todo texto requiere un trabajo de moldeo como si fuéramos artesanos de la palabra. Moldear en este caso significa corregir, sacar lo que sobra y tomarse el trabajo de replantear ideas y formas. 

Hay ciertos tipos de discurso donde lo instantáneo es fundamental, pero esos discursos son el ámbito donde la lengua se termina bastardeando. Uno de los ejemplos más claros es la utilización de mensajes de texto en los teléfonos celulares y el intercambio de ideas por chat o facebook. Estos últimos son medios que están orientados hacia la comunicación como eje principal. Si bien, la literatura también cumple de cierta manera el rol comunicativo, nunca pierde de perspectiva la importancia de la forma: no importa tanto lo que se pueda decir, sino como se dice. Por consiguiente, en literatura nunca hay que perder de perspectiva el aspecto formal. 

Para entrenar este aspecto formal, es imprescindible saber escuchar. Leer en voz alta la mayor cantidad de textos posibles para ir entrenando el oído. Un texto que esta bien escrito se escucha bien. Es armonioso en la sucesión de fonemas que lo componen y, aunque el planteo sobre la idea de la musicalidad de un texto viene incorporado desde la poesía, es una verdad que se extiende hacia cualquier tipo de género literario. Entonces hay que tener en cuenta siempre esta premisa: "Si suena bien es porque está bien". 

Otro aspecto importante es no subestimar al lector. Muchas veces los principiantes tienden a explicar demasiado una idea que se sobrentiende. Debemos comprender que no nos corresponde a nosotros dirimir si la metáfora es clara o no. Un texto literario no tiene porque ser unívoco sino que debe resguardar la polisemia para lograr que el lector sea participe y exteriorice sus propios fantasmas, no los del escritor. Por eso planteamos la necesidad de corregir y extirpar todo aquello que está de más. Hay que ser concisos y concretos con una idea, evitando toda aclaración y adjetivación excesiva. 

Por último, evitar bajo cualquier punto de vista, caer en los lugares comunes. En el caso de que compartamos alguna idea que ya fue formulada por otro pensador, utilicemos la forma del lenguaje y los recursos retóricos para decirlo de una manera original. No usar bajo ninguna circunstancia frases como: "Era hermosa", "Sus ojos iluminaban", "Me dolía el alma". Esas metáforas ya fueron usadas hasta el hartazgo y son comunes en el lenguaje coloquial: tan comunes que refieren siempre a un sólo sentido y rompen la posibilidad de lo nuevo. Un ejemplo claro de como romper con este hábito, es cuando Borges en vez de referirse al dolor de un desamor incorporando una frase trillada como "Esa mujer me duele en el alma", logra decir algo viejo de una nueva forma, utilizando una metáfora original: "Me duele una mujer en todo el cuerpo".      

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