lunes, 14 de octubre de 2013

Ana María Bovo: Narrar, un oficio trémulo

Alternativos

Por Marina Nill

Facebook y esa maravilla que tienen las redes sociales cuando son bien utilizadas, de poder conocer y contactar personas en otras ciudades y hasta países, con las que podemos tomar contacto y enriquecernos con un intercambio interesante. Este fue el caso. Entre las publicaciones de amigos escritores, en algún momento encontré un enlace que me llevó hasta un video, en el que una mujer relataba una historia. Fue el primero de unos cuantos, y -por supuesto- como no podía ser de otra manera, empecé a rastrear a la autora para invitarla a este espacio mío. 


Afortunadamente, una vez concretado el contacto, ella accedió. Ana María Bovo, nuestra protagonista de hoy, nació en San Francisco (Córdoba), en agosto de 1951. Al recordar la manera en que descubrió su vocación de narradora, asegura que “a veces, las vocaciones se descubren en un momento de la vida en que aún no se sabe que va a concretarse en una profesión. Creo que mi vocación surgió a través de una escucha atenta y profunda de todas las voces y las historias que escuché en mi infancia”. 

Ana María Bovo añade que “narrar es un oficio que apaña al que escucha. Cuando alguien te cuenta, estás bien “apañao”, como dicen los andaluces, es decir, estás a salvo, cubierto, amparado. Pero el que cuenta se ocupa de “abrigar” porque también ha puesto a temblar a la gente. Es lo mismo que el relato ya ha conseguido con él. Narrar es un oficio trémulo. Ligeramente tembloroso, como una pequeña llama. Paradójicamente, frágil y resistente. Un oficio liviano y perdurable al mismo tiempo. El vínculo con los espectadores es de una enorme fragilidad, porque hay que conquistar el terreno a cada instante. Encender ese temblor, ese fulgor, segundo a segundo. El público se vuelve muy vulnerable, pero curiosamente sale muy fortalecido después de haber atravesado esa sensación.” (De “Narrar, oficio trémulo” - Conversaciones con Jorge Dubatti - Ed Atuel.) “Tengo una familia compuesta por mi hija, mi madre, mis hermanos, y esa otra familia entrañable que son los amigos que se van ganando a lo largo de la vida”, continúa, al referirse al resto de su vida, aquellas cosas que posee y realiza, más allá de lo literario.

 “Estudié Magisterio, profesorado en Jardín de Infantes y Ciencias de la Comunicación. Luego, vino mi formación actoral en la escuela de Raúl Serrano y con otros maestros italianos de la Narración Oral”. Ana María Bovo cuenta con unas cuantas obras publicadas: “Narrar, oficio trémulo” (Atuel, 2002, tercera edición), distribuido por el Ministerio de Educación en todas las bibliotecas del país; “Rosas Colombianas” (su primera novela; Emecé, 2008, segunda edición); “Cuentos de Humor y Amor” (su primer audiolibro: libro acompañado de un CD con versiones escénicas de los cuentos - Emecé, 2011, segunda edición); “Cuentos de Humor y Amor 2” (Emecé, 2012); Antología “Cuentos de Guardarropas”. Este año, además, Ana se encuentra escribiendo para Emecé su próxima novela y grabando, para Planeta Junior, su primer audiolibro para chicos. También vale mencionar los premios que ha ganado en su trayectoria: la distinción Teatro del Mundo (U.B.A.) por “Maní con chocolate”, “Hasta que me llames”, y “Emma Bovary”; la distinción Konex por su trayectoria en Unipersonal 1991-2001; Premio ACE (Asociación Cronistas del Espectáculo) por su actuación en “Maní con chocolate”; Premio Konex de Platino por su trayectoria en Unipersonal 2001-2011; Premio Pregonero por su trayectoria como narradora oral. “He participado de numerosas actividades culturales pero no institucionalmente”, agrega. De hecho, desde hace años apoya con su participación a diversas agrupaciones culturales y sociales, pero sin pertenecer a ninguna. 

Quienes deseen conocer más acerca de la autora y estar al tanto de su trabajo, pueden ingresar a su Página en Facebook y hacerse fans: Ana María Bovo. A continuación, como estilamos en este espacio, compartiremos con ustedes un fragmento de su obra; en este caso, de su novela “Rosas Colombianas”. “Rosas colombianas. Las conocí viendo la telenovela “Café con Aroma de Mujer.” En el último bloque del último capítulo, mi heroína entró a la iglesia con una corona de pimpollos que, apretaditos y en fila, le ceñían la cabeza. Cuando el sacerdote dijo, por fin, “Puede besar a la novia”, ella giró la cabeza buscando los labios del novio. En esa oscilación del beso, la cámara se acercó desde atrás, muy despacio, y dejó ver que la corona se abría sobre la nuca en dos rosas maduras, muy abiertas. Durante el beso, se desprendieron unos pétalos. Pocos. Cayeron rodando sobre el ripio del tul de ilusión, hasta detenerse en el ruedo del vestido. Pero uno -un pétalo solo-, por efecto de la brisa que soplaba en la iglesia de puertas abiertas, rodó sobre sus bordes hasta posarse en el hueco de una loseta de arcilla. Esas losetas que en el horno de ladrillo se cuecen desparejas: una parte se inflama y la otra se hunde. En ese cuenco rojizo se alojó con gracia el pétalo blanco de la rosa colombiana.”

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Gentileza.

Ana María Bovo, una narradora de alma.

Portadas de sus libros.


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