“Es un tesoro olvidado porque se cree que sólo habla de animalitos, flores, cantos… aunque en realidad, como todas las letras del mundo, tiene un sentido filosófico, religioso y de correspondencias con el entorno”, añade el ganador de la primera edición del Premio de Literaturas Indígenas de América, y quien lo recibirá el 5 de diciembre en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Una de las causas de este ninguneo, señala el escritor originario de Yajovi, uno de los poblados más pobres de la sierra de Oaxaca, “es que aún los indígenas son el pueblo conquistado, una historia que continúa. Siguen en esta situación y, en ese sentido, su literatura no vale porque se cree que la hicieron mozos o criados”.
Sin embargo, el autor de la novela Gaa ka chhaka ka ki (Relación de hazañas del hijo del Relámpago), Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas en 2002, señala que con la obstinación de grupos, personas y los mismos escritores indígenas, quienes consideran este ninguneo como una injusticia, “se pudo sacar un poco a la luz esta gran poesía y narrativa, pero aún en su mayoría sigue oculta”.
Javier Castellanos explica que podemos citar las costumbres de otros países que nuestra población adquirió con el paso del tiempo, “sin embargo, la literatura indígena viene desde abajo, tan atrás en el tiempo, y contiene todo ese saber, historia, religión y filosofía plasmado en poesía y narrativa. No es algo reciente, sino es nuestra historia”.
Por ello, asegura el autor de Cinario bian bseban bxile (Cinario el que despertó fantasmas), se debe conocer y cuidar por los mexicanos, porque nos enriquece al ser otra mirada del mundo. Un ejemplo, dice, es que en algunos pueblos indígenas en su cosmovisión no se concebían los únicos dueños del mundo, sino que todo tiene vida e independencia. “Entre los zapotecos se dice que una mesa tiene su panza, sus pies, su cabeza y su espalda. Sus elementos de vida y así es con todos los objetos, humanos y animales que les rodean”.
OBSTÁCULOS. Javier Castellanos señala que hay varios obstáculos que impiden que la literatura indígena sea más difundida en el país y el mundo. Uno de éstos, explica, es que los integrantes de los pueblos originarios saben hablar su lengua, pero no la escriben ni la leen, lo que frena la tarea editorial.
En cuanto a su traducción y que llegue a lectores en otros idiomas, el escritor zapoteca indica que “que no hay especialistas para trasladar de las lenguas originarias al español la poesía o la narrativa”.
Actualmente, señala, son los mismos autores en lenguas indígenas quienes hacen ese trabajo, pero “siempre se requiere de una segunda persona, de otra opinión, para que la traducción sea mejor”. Y finalmente está la distancia que tienen las editoriales con esta literatura. “No creen que pueda ser un negocio, porque consideran que sólo habla de animalitos, de las flores, de cantos… porque no conocen cuál es su contendido real”.
Extraído de Crónica.com.mx
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